lunes, 7 de octubre de 2013

Perder la cabeza en el intento, como tratar a un niño que no quiere comer.

Caso real 2:

“Once de la noche, intento dormir y por el hueco del patio de luces de mi casa me sobresaltan las voces de un padre enfadándose con su hijo, que por la voz podía deducir que tenia no más de 9 años, por lo visto el padre quería conseguir que su hijo comiera y para ello se valía de una de las tácticas más comunes y neolíticas de la humanidad; amenazas, gritos y humillaciones.

-¡Come Sergio!- Se le oía gritar al niño que ante tal actitud ya no gozaba ni abrir la boca- ¡Come o te arrancare la cabeza!- le amenazaba sin parar- ¡Maldita sea, con la suerte que tienes de poder comer, eres un imbécil, come por qué vas a cobrar!- volvía a gritar.

En el momento en que se produjeron estos hechos, yo no estaba sola, la persona que me acompañaba, que también, cuando era pequeño, había pasado de todo a todos los niveles, me comentó que ese hecho le parecía algo normal, ya que él mismo lo había vivido de esta forma en su momento e incluso con peores consecuencias. Pero a mí no me dejó indiferente, a mi que mi madre sí que alguna vez me regañó, me recordó que los negritos en el África se mueren de hambre y tantas veces me sacó para cenar lo que no había querido comerme para comer, me llamó la atención, a mi nunca, ni mi madre ni mi padre me habían dicho que me iban a arrancar la cabeza por no comerme el pollo (Como bien diría Belén Esteban).

Y mis preguntas se incrementaron ¿Qué hacia un padre tratando así a su hijo? ¿Finalmente conseguiría su objetivo de esta manera? ¿Con que consecuencias? ¿Si nunca esta táctica le había valido de algo, que hacia un niño a las 23:00h cenando aun? ¿Cómo le afectará esto a su hijo  a lo largo de su vida? ¿Tendrá el niño el mismo comportamiento cuando le toque desempeñar un papel de padre? ¿Tenía alternativas su padre antes de decir a su hijo que iba a descabezar-lo? ¿Cuáles?


Paradójicamente eran preguntas, que en mi  charla realizada el viernes anterior, sobre la nutrición de los niños a los padres, había intentado observar y resolver. “



De modo, que aunque tenía otro tema pensado para este post, me puse a investigar, con el fin de hallar una solución.



Como introducción y para que sirva de precedente, aunque muchos padres crean lo contrario, les convendría poner en su listado de conocimientos por aprender, que un niño, a lo contrario de un adulto ni tiene la misma necesidad nutricional que un adulto, ni se alimenta con el mismo objetivo, y además, aunque no lo crean, un niño (sin patologías diagnosticadas paralelas a este tema) tiene la capacidad de saber cuando tienen suficiente material nutricional en su cuerpo.


De adulto a mayor


En resumen, decir y dejar claro a los padres que los adultos comemos para reemplazar nuestro gasto calórico a lo largo del día, es decir, si gastamos 1000 calorías durante el día consumimos otras 1000 para remplazar las que hemos eliminado, y que por lo tanto nuestro objetivo es controlar que la dieta sea variada y baja en toxinas, para evitar esos molestos aumentos de peso.

En cambio en el niño, la necesidad nutricional varia, en el sentido de que un niño se alimenta con la necesidad de crear más musculo, más hueso, etc.… para poder realizar su pleno crecimiento, por lo tanto sus proteínas, por ejemplo, vendrían a tener una función plástica, y no compensatoria como en el caso de un adulto.


Sabe decir basta

Bueno, esto crea alguna polémica, cuando lo comento en las charlas a padres o en pacientes a los que lo he hablado, el niño sabe perfectamente cuando tiene que decir basta. Es una capacidad con la que nacemos, y que nos ayuda por ejemplo en el caso de que la mayoría de los padres tienden a llenar el plato del niño como si fuera un adulto más en la mesa, y el niño es un niño, no necesita tanta comida como su padre. Al fin y al cabo, ¿las madres nunca habéis observado como vuestro bebe lactante, cuando tenia suficiente, aunque quedaba leche en el pecho, sacaba el pezón de su boca de manera instintiva?

Un niño, que ha de ser sano, sin problemas de obesidad, debe comer en su justa medida según su edad.

Uno de los errores mas marcados en esta sociedad, que en mi opinión es heredado de los abuelos de nuestros padres, que tanta hambre pasaron en la guerra y en la post guerra, es “Deja el plato limpio!”

Bueno, este hecho del “plato limpio” (como yo lo llamo) no conduce a nada más que a que el niño ingiera demasiada comida, y a lo largo de su vida, pierda la capacidad de parar cuando alcance el punto de sentirse saciado, y coma hasta terminar un plato que es por lo general excesivo, por lo tanto, será más propenso a los problemas de sobrepeso.



¿Como diferenciar si deja de comer por capricho o porque esta saciado?

Bien, es tan fácil como observar que el niño que esta saciado de la col con patata que se le ha servido en el plato y que no ha podido terminar, no va a reclamar un postre después o bien en caso de ofrecérselo no lo va a aceptar.

El niño que no come su col por capricho y que no se ha saciado va a reclamar su postre o a aceptar lo que después se le ofrezca en caso que le guste.

Un niño que no come porque está enfermo, no va a comer nada, ni siquiera lo que le gusta.

Hablo en términos muy generales, pero según mi experiencia, lo ideal es que el niño pueda terminar el plato que tenga delante libremente (en su ración adecuada  y después gozar con su postre, que no tiene por qué ser dulce todos los días, una pieza de fruta le brindara la oportunidad de crear un habito en el que lo ayudara siempre, comer fruta todos los días.



No a las recompensas

Este también es un hábito que después, cuando se trata de comer lo que al niño no le gusta, es una zancadilla. Dar a un niño la comida que le gusta para recompensarlo por sus buenas notas en matemáticas (por ejemplo) es un grave error.

Con este hecho potenciamos que el niño vea el comer como una recompensa u obligación (depende como se mire) y además aprenderá a valorar más su hamburguesa con patatas (que le habrás dado como recompensa) a un trozo de merluza que le tocaría ese día. Hecho que después es un dolor de cabeza el día que intentamos que se coma la merluza que le gusta menos que la hamburguesa. Recuerda que comer no es ni un juego ni una obligación, es una necesidad esencial.

Si sientes que has de recompensar-lo, felicítalo, dale cariño, llévale al parque de atracciones, etc.… pero nunca cambies cariño por comida.



No saques lo mismo que se ha dejado antes para la posterior comida

Este hecho solo potencia que el niño observe el comer como algo negativo y traumático, además, no puede tener el habito de comer las lentejas para cenar (por ejemplo), ya que hay alimentos que son más llevaderos ingeridos por el día que por la noche pues resultan más pesados, por lo tanto no le estas fomentando nada, ni un habito tan siquiera, solo que comer es traumático.

Lo que se ha de hacer es poner un horario para comer, tener una hora concreta, pasada esta hora, se le retira el plato, tranquila, va a comer más en la merienda o en la cena, pero nunca, le substituyas el plato que les has puesto en un inicio por algo que sabes que va a comer seguro por el simple hecho de que le gusta más. Tu objetivo es que se coma las legumbres (por ejemplo) no comer, comer va a comer más en la siguiente comida, no te preocupes, pero si cada vez que deseas que se coma las legumbres cambias de objetivo y estrategia va a pensar que no tienes ni idea de lo que haces.



Come lo primero que pilla cuando yo no lo veo

Bien pues, en este punto tu eres la responsable, tu eres la que llenas el carrito de la compra todos los días que vas al supermercado, si en tu despensa hay dulces es porque tú los pones en ella y por consecuente el niño tiene un acceso libre a ellos. Con ello no quiero decir que no los tengas en ella, sino que debes aprender a enseñar al niño que no es malo comer dulces, pero una vez a la semana. Si por ejemplo un día de postre le vas a dar una magdalena, dásela, si se la come antes de ese día por que la ha encontrado en la despensa, el día que le hubiera tocado no le des otra magdalena, dale una fruta, por ejemplo.



Deja que sea el niño quien elija

Bueno, si se cumple bien el paso anterior en este paso no se presenta ningún problema, por ejemplo en el postre, deja que elija entre tres variedades de fruta, plátano, pera, manzana (por ejemplo) de esta manera le haces participe del hecho de comer y le inculcas un habito que le acompañara toda la vida.



Amenazas

Bien, en este caso, el de Sergio, no soy psicóloga pero en mi opinión podría afectarle a que siempre va a tener el hecho de comer como algo negativo, y siempre va a asociar a su padre con este hecho.

Bien, el padre seguramente es el que trabaja, su madre se queda en casa, y cuando el padre llega se enzarzan todos los días hasta largas horas de la noche en una pelea infinita que no concluye ni sirve para nada, ya que la pelea ha de volverse a repetir el día siguiente para que él coma, y además repleta de amenazas.

Este hecho crea ansiedad al niño, aparte de que su padre es el único malo de la película para él, ¿Dónde está su madre en ese momento?, el que lo castiga, el que lo obliga, y el que le “arranca la cabeza por no comer” por lo tanto, poniéndome en el lugar del niño, si tuviera a un plato de un alimento que no me gustara en absoluto, un hombre gritándome y amenazándome al lado, y llevara más de dos horas sin haber comido nada, no creo que me lo comiera, creo que la ansiedad seria tanta que el estomago se me cerraría, y pensaría, “son las once, a las doce mi padre se irá a dormir, así que esperare a que pierda la batalla”

Realmente no gana el padre esta lucha, por mucho más que grite, sino el niño, que seguramente tras el cansancio del padre consiguió lo que se propuso: no comer lo que le habían puesto.

Lo más triste es que este niño, por desgracia, seguramente va a realizar la misma táctica el día que le toque a él ser padre, y en algún lugar del país volverá a gritar y a entrar en largas peleas que nunca van a terminar.




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